domingo, 6 de julio de 2008

Leer en verano, de la obligación escolar…

Natàlia Pastor, periodista
Todo el mundo da por sentado que los niños deben leer libros, porque la lectura constituye un elemento nuclear de su formación. Pero ¿de qué formación? ¿La intelectual, la psicológica, la lúdica, tal vez la formación integral?

Para estas preguntas surgen varias opiniones ya que, aunque el fin último que se persigue es que los niños lean, debemos preocuparnos por el tipo de lectura más recomendable para ellos, para que no abandonen el hábito adquirido al no haberles proporcionado algo adecuado a sus intereses y capacidades. Es cierto que no es fácil evaluar los libros infantiles con criterios universales y válidos para todos los niños. En muchas ocasiones los parámetros que se usan están más relacionados con los gustos estereotipados de los adultos, basados en cierta apariencia estética o educativa, y que, finalmente, se presentan a los lectores infantiles como una obligación y por ello nada atractivo.
Para que el niño adquiera poco a poco un hábito de lectura como forma de entretenimiento, lo más importante es que estas lecturas no sean aburridas. Todos los niños aprenden a leer en el colegio, pero ello no significa que aprendan a disfrutar de la lectura. Saber leer es indispensable para poder vivir, disfrutar de la lectura es, desgraciadamente, opcional.

Dime qué lees…
Existen muchas guías donde podemos encontrar recomendaciones según la edad y género, pero no todas nos orientan de lo que puede necesitar nuestro hijo o alumno. Por ello hay que rechazar las ideas rígidas de ciertas guías o recomendaciones, pues muchas obras teóricamente concebidas para niños de ocho años gustan a los de seis o doce años. La lectura no es un proceso lineal ni ascendente, salvo que la consideremos sólo en su dimensión instructiva y, además, cada vez los jóvenes lectores son más exigentes y no se conforman con las obras supuestamente destinadas a su edad.
Lo primordial es que los libros que elijamos sean capaces de estimular la imaginación y la creatividad del niño, despierten y desarrollen su sensibilidad y provoquen la reflexión y el sentido crítico. Es importante además que les ayuden a conocerse a sí mismos y al entorno que los rodea así como la oportunidad de abrirle nuevos mundos y despertar en ellos aficiones e intereses hacia diferentes aspectos de la vida cultural, social o artística.

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