martes, 2 de diciembre de 2008

Laura Gallego, Escritora


¿Cuándo te diste cuenta de que querías escribir?
A los trece años. Llevaba escribiendo mi primera novela desde los once.

En la mayoría de tus libros creas otras realidades, mundos fantásticos. ¿Por qué?
¿Y por qué no? Para eso está la imaginación, para jugar con la magia de las posibilidades. ¿Por qué quedarse siempre en una misma habitación cuando tienes a tu disposición un palacio con infinitas estancias? ¡Sólo hay que atreverse a explorarlas!

¿Crees que la fantasía en tus libros determina que gran parte de tus lectores sean adolescentes?
Pensar que la fantasía es sólo para niños es un error que por lo visto sólo se comete en España, donde parece que para crecer tienes que dejar de imaginar. En otros países, especialmente del ámbito anglosajón, tienen una rica tradición literaria llena de grandes obras fantásticas, a las que los adultos se acercan con el mismo respeto que si se tratara de otro tipo de lecturas. La imaginación y la fantasía son facultades tan propias del ser humano como el lenguaje o como la risa. ¿Por qué razón, pues, deberíamos despreciarlas sólo por el hecho de crecer?

El informe PISA informa que el nivel de lectura de los niños españoles es bastante pobre. ¿Cómo crees que se puede estimular a los niños y niñas a leer más?
Si hubiera una receta mágica no estaríamos hablando de esto, claro está. Es muy difícil dar consejos porque no todos funcionan igual para todos los niños. Aun así, creo que deben leer desde pequeños, y sobre todo en casa. Lo que no se puede pretender es que un chaval de quince años que no ha leído un libro en su vida pueda con La Celestina o con el Lazarillo, porque son lecturas muy complejas que requieren un cierto nivel lector, de vocabulario, de comprensión lectora... No tiene sentido que en algunos centros no se trabaje la lectura “porque debe ser algo voluntario” y luego, cuando los alumnos llegan a secundaria, se les obligue a leer clásicos así, de golpe y sin anestesia. Creo que en esta etapa la clave está también en llevarlos a bibliotecas o librerías y dejar que escojan sus propios libros, que los vean como un regalo, como una diversión, y no como “deberes”.


¿Cuál es el libro que más le marcó de pequeña?
La historia interminable, de Michael Ende. Lo leí con ocho años y hoy sigue siendo mi libro favorito.

¿Tienes respuesta de sus lectores? ¿Te hacen llegar sus preguntas, sus
sugerencias?
Sí, claro; me mandan cartas, a las que respondo una por una (aunque llevo mucho retraso) y también expresan sus opiniones en el foro de mi página web, por ejemplo. Y en las charlas, conferencias y presentaciones, donde puedo verlos cara a cara. Es un feedback estupendo.

¿Cómo piensas las ideas para tus libros? ¿Surge antes la historia, los personajes?
Depende del libro. Suelo decir que construir una historia es como montar un puzzle, y primero tienes que encontrar todas las piezas. En algunos casos, la primera pieza del puzzle es un principio; en otros, un personaje, incluso un nombre solamente; en otros, una imagen... Cada historia nace de forma diferente, pero lo que no cambia es que hay que reflexionar mucho antes de escribir, porque con una sola pieza no tienes el puzzle entero: hay que encontrar todas las demás piezas y conseguir que encajen unas con otras.

Hablemos de la que es, tal vez, tu obra más conocida: Memorias de Idhún. ¿En que te inspiraste?
Memorias de Idhún es un puzzle con miles de piezas que llevaba montando en mi cabeza desde los quince años, antes de empezar a escribir. No creo que haya una única inspiración para una historia que ha crecido tanto, y tampoco recuerdo cuál fue la primera pieza. Tenía un personaje y quise inventar una historia para él; pero con el tiempo se convirtió en algo mucho más complejo. Suelo decir que mi inspiración viene de mi imaginación, a la que mantengo muy bien alimentada porque leo muchísimo, más de cien libros al año. Pero no sabría decir exactamente de dónde vino cada pieza del puzzle, sobre todo teniendo en cuenta que se trata de una historia que he estado desarrollando durante casi catorce años.

¿Qué consejos darías a los jóvenes aspirantes a escritores?
1) Lee mucho, lee de todo. Un escritor se hace a base de leer a otros escritores. 2) Escribe mucho. Nadie nace sabiendo escribir, y la práctica hace maestros. 3) Si no te gusta lo que escribes, no te desanimes. La próxima vez lo harás mejor. Guarda lo que escribas, aunque no te parezca bueno; dentro de un tiempo, con un poco de perspectiva, podrás ver cuáles son tus fallos y corregirlos. 4) Si no te publican tu primera obra, paciencia. Eso no significa que seas un mal escritor, sino que estás aprendiendo y debes mejorar más. A mí me rechazaron trece novelas que nunca vieron la luz, antes de empezar a publicar. 5) ¿Que te quedas en blanco a mitad? ¡Eso te pasa por empezar a escribir sin tenerlo todo claro! Piensa muy bien lo que vas a hacer. Dale vueltas en la cabeza antes de escribir. Haz esquemas, planifica la estructura del relato, conoce bien a los personajes. Escribir un libro es como construir una casa, ningún arquitecto empieza sin unos planos.
La literatura fantástica, para mucha gente, sigue siendo refugio de evasión para niños. ¿Podrías hacerles cambiar de opinión?
No, no puedo. La gente que opina de esa manera tiene un triple prejuicio: 1) La literatura para niños es una literatura de segunda categoría; 2) La literatura fantástica es literatura para niños; 3) Yo soy adulto y por tanto no debo “rebajarme” a leer literatura fantástica ni literatura para niños. Y contra esto es muy difícil luchar. Una cosa es que no te guste la literatura fantástica, igual que hay a quien no le gusta la novela negra, o la novela romántica, y otra cosa es creer que es “infraliteratura”, tanto la fantástica como la infantil. Y sé por qué pasa esto. Han crecido oyendo a sus padres decir “Ya eres mayor para esto”, para leer fantasía, para ver dibujos animados, para leer cómics, para jugar a videojuegos... parece que cuando crecemos nos hacemos mayores para demasiadas cosas; parece que hay entretenimientos que son censurables en un adulto, y otros que no. Aprovecho para recomendar a los lectores adultos escépticos la lectura de Peter Pan o de Alicia en el País de las Maravillas, dos joyas de la literatura infantil fantástica que todo adulto debería releer. Quizá entonces comprenda por qué, con clásicos como éstos, en los países anglosajones no creen que la literatura fantástica sea “sólo para niños” ni que la literatura infantil sea “literatura de segunda clase”.

¿Cuál es tu próximo proyecto?
Acabo de terminar otra novela de fantasía juvenil. Se titula Alas negras y es la segunda parte de Alas de fuego, un libro que salió publicado hace algunos años y que tenía un final muy abierto, según me reprochaban mis lectores. Además estoy trabajando en otro proyecto, que sí es una serie, aunque de libros más cortos, sobre unas niñas que juegan a fútbol. Deberían ser más infantiles, pero creo que me están saliendo juveniles también. Aun así, espero que encuentren a sus lectores, tengan la edad que tengan.

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