viernes, 4 de abril de 2008

¿Cómo es el día a día de un profesor particular?

Nombre: Marco Zagal
Edad: 35 años
Estudios: Licenciado en Química
Profesión: profesor de ciencias
Hace tan sólo seis meses que Marco Zagal llegó a España para realizar el doctorado en Investigación en Didáctica en Ciencias Experimentales en la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB). Además de con una beca, vino acompañado por su mujer y sus tres hijos. Tras varios años ejerciendo de profesor de Química en el Instituto Montessori de Santiago de Chile, en España Marco compagina el doctorado con las clases particulares. “Ser profesor particular es una experiencia entretenida e interesante porque me permite conocer las dinámicas educativas de este país”, afirma. Este es, de hecho, uno de los aspectos que más le ha aportado a su dilatada experiencia como profesor en Chile, donde ha trabajado durante nueve años en los diversos niveles de su sistema educativo. “El valor que tiene la educación y cómo se percibe en cada país es un tema muy interesante para un profesor”, añade. Según Marco, en Chile la educación es más afectiva, “no preocupa tanto qué se aprende, sino el porqué aprende o no”.

Pequeños seres libres
“Cada persona tiene un ritmo de aprendizaje distinto y la escuela debería desarrollar estrategias diferentes y adaptadas a cada alumno”, reconoce. La sensación que tiene Marco es que la escuela aquí “es más uniforme y fría”. El objetivo básico de la educación es, según él, que todo ser humano puede aprender de todo “de una forma armónica, sin categorizar”. Como profesor particular de Educa-system, Marco imparte clases de ciencias, donde aplica la metodología Montessori, basada en las capacidades cognitivas propias del alumno y que está muy valorada en España.

Enseñar a aprenderEs su perfil pedagógico lo que impregna cada una de las experiencias que acumula este profesor. “El método Montessori es un estilo de vida, es hacer de la educación parte de la vida de los escolares, no una estancia donde acudir durante unas determinadas horas”, valora. Se trata de un proceso permanente de formación: “Lo importante es hacer de los alumnos seres autónomos, librepensantes y que tengan una importante capacidad para tomar decisiones, intelectuales y emocionales”, concluye. Son atributos que, poco a poco, él también va incorporando en sus clases particulares. “Puedo aplicar estrategias para ayudar al alumno y enseñar a aprender”, explica.

La resiliencia, donde reside la fuerza del ser humano


En ingeniería, la resiliencia se refiere al fenómeno por el que los cuerpos retornan a su forma inicial después de haber sido sometidos a una presión que los deforma. El ser humano también posee esta capacidad: la de sobreponerse a tragedias o períodos de dolor emocional.

Silvia Vilasaló, pedagoga

Actualmente, este término se ha convertido en un concepto que integra ingredientes psicológicos, sociales, emocionales, cognitivos, culturales, étnicos, etc. y su interés por desarrollar y evaluar esta capacidad se ha extendido no sólo a la psicología, sino también a la educación, a la salud y a las empresas.

Querer es poder
Aplicado a la psicología, la resiliencia es la capacidad de hacer las cosas bien pese a las condiciones adversas y a las frustraciones, superarlas y salir de ellas fortalecido o incluso transformado. En otros términos, recuperarse y acceder a una vida significativa y productiva para sí y para la sociedad en la que vive.
La resiliencia puede caracterizarse también como un conjunto de procesos sociales e intrapsíquicos que hacen posible tener una vida “sana”, aun viviendo en un medio insano.
Desde una perspectiva pedagógica, una definición aproximada del término resiliencia sería entenderla como la capacidad psicosocial desarrollada en aquellos sujetos que han sufrido o sufren algún trauma.
Debemos destacar la gran labor educativa que se centra en potenciar el proceso posterior a la resistencia, es decir, la evolución de aquel que ya ha vivido una situación traumatizante y ha resistido. Por eso, la educación debe basarse en la acción humana.

Nunca es tarde
“Yo soy así”, “Cada cual es como es”, “Es demasiado tarde para cambiar”, son algunas frases de las entonadas por todos y que contradicen, precisamente, el potencial de resiliencia que tiene el ser humano. Según los expertos, más o menos a cualquier edad se puede cambiar si uno se lo propone. Se puede contar también con la ayuda de profesionales de la psicología a los que se debe acudir no sólo cuando se padecen crisis emocionales, sino cuando alguien quiere entrenarse para vivir adecuadamente cada acontecimiento vital. También en los niños y niñas, al margen de los factores hereditarios, la personalidad se educa. Por eso, es importante afirmar que es posible educar en la resiliencia para cambiar actitudes en sí mismo y en otras personas.

Consejos para ser más resilientes…
Sentido del humor, para encontrar el lado cómico en las situaciones adversas.
Creatividad, para crear orden y belleza a partir del caos y el desorden.
Optimismo, para ver siempre el lado bueno de las cosas.
Introspección, para observar, reflexionar y conocerse a sí mismo.
Independencia, para establecer límites entre uno mismo y las circunstancias adversas, sin llegar a aislarse.
Iniciativa, para afrontar los problemas y ejercer control sobre ellos.
Sociabilidad, para establecer lazos íntimos y satisfactorios con otras personas.

Clásicos universales de la literatura infantil y juvenil

Muchos de los relatos infantiles son fábulas. Muestran un mundo todavía incipiente, donde sus protagonistas deben aprender las reglas que rigen un mundo extraño para ellos. Será a una más avanzada edad cuando esos niños, ya jóvenes, se introduzcan en mundos de aventuras, con más matices y riesgos, donde no siempre el pirata barbudo es tan malo, y donde el protagonista muchas veces no sabe muy bien qué hacer.

Los Grimm y compañía
Hablando de las fábulas y los cuentos, podemos empezar hablando de los Hermanos Grimm, un caso peculiar en la tradición de la literatura infantil.
“Muestran un mundo todavía incipiente, donde sus protagonistas deben aprender las reglas que rigen un mundo extraño para ellos”

Algunos sectores de mediados del siglo XIX les criticaban por la extrema dureza de sus cuentos, a lo que los dos prolíficos escritores argumentaban que sus obras no estaban dirigidas a los niños. No obstante, fueron suavizando sus textos hasta hacerlos más adecuados a la sensibilidad infantil. En sus libros podemos encontrar grandes clásicos como Blancanieves, La Cenicienta, Hansel y Gretel o Juan Sin Miedo.
Otro gran clásico es Hans Christian Andersen, de cuya pluma nacieron cuentos infantiles como El patito feo, El traje nuevo del emperador, El soldadito de plomo, El sastrecillo valiente y La Sirenita.
Existen diversos autores similares, y que durante generaciones han constituido un elemento común entre padres e hijos: Perrault, La Fontaine, Esopo, Samaniego, o el más moderno Roal Dahl.

Para jóvenes
En cuanto a literatura juvenil, hablaremos ya de novela, sobre todo de aventuras. Muchas de estas obras constituyen un descubrimiento de nuevos mundos, como en Robinson Crusoe, de Daniel Defoe, o en Los Viajes de Gulliver, de Jonathan Swift. Las aventuras de Tom Sawyer es también otro clásico donde el lector encuentra en los personajes amigos con los que compartir desventuras y tardes al sol.
Sin duda, al hablar de literatura clásica juvenil hay que nombrar a Julio Verne, que inauguró la novela moderna de ciencia ficción gracias a sus estudios en distintos campos de la ciencia y la tecnología. Muchas de sus obras son ya clásicos: Viaje al centro de la tierra, Veinte mil leguas de viaje submarino, Alrededor de la Luna y La vuelta al mundo en 80 días, entre otras.
Para acabar nuestra breve recomendación de clásicos, debemos nombrar a Robert Luis Stevenson, con su historia de piratas La isla del tesoro, o a Jack London, con su retrato de la naturaleza animal en Colmillo Blanco. Y al más transgresivo J.D. Salinger, que con El guardián entre el centeno narra la aventura de un adolescente que se fuga de casa.
Todos tratan acerca de viajes. Viajes físicos o mentales, pero todos iniciáticos. La exploración de un mundo diferente e imaginativo, de historias que perdurarán y harán las delicias de los más pequeños durante mucho tiempo.
Carles Chacón

miércoles, 2 de abril de 2008

TDAH 1/3

“Es difícil identificar el TDAH porque hay pocos profesionales que lo conozcan en profundidad”

El Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad afecta a miles de niños. Sus consecuencias se dejan notar en todos los ámbitos de su vida: escuela, familia, amigos, etc. Su identificación y tratamiento dependen en gran medida de todos ellos. Teresa Moras es, antes que presidenta de la ANSHDA, una de las madres y padres que, unidos por un mismo problema, sumaron fuerzas para reivindicar un mayor apoyo a las familias afectadas con este síndrome.

Natàlia Pastor, periodista

¿Cómo surge la Asociación ANSHDA?
La Asociación surge de la inquietud de un grupo de madres que no encontrábamos vías de solución al mismo problema. Nuestros hijos padecían un trastorno, llamado TDAH, que en aquella época prácticamente no se conocía. Empezamos a reunirnos para ver cómo podíamos ayudar a nuestros hijos y a otras familias. De dicho encuentro surgieron otros, hasta formar la asociación en 1999.

¿Con qué apoyo cuenta la asociación?
A nivel institucional, no contamos con apoyos oficiales. Nuestros primeros contactos para darnos a conocer fueron a través de las direcciones de áreas educativas y los hospitales donde había servicios de evaluación y tratamiento para este trastorno. También acudimos al Defensor de Menor para poner de manifiesto la carencia de recursos educativos, que estaba provocando situaciones bastante discriminatorias con nuestros hijos.

TDAH 2/3

¿Por qué es tan difícil identificar el síndrome de hiperactividad entre los más pequeños?
Porque hay pocos profesionales conocedores del trastorno en profundidad. También hay pocos psiquiatras infantiles. Además, no hay pruebas específicas para realizar un diagnóstico. Es muy importante matizar que si sólo nos quedamos con los síntomas generales, cualquier niño, en un momento determinado, puede presentarlos.

¿Cómo pueden saber los padres si su hijo sufre este trastorno?
En principio deben darse una serie de síntomas, que son los que definen el diagnóstico, con una duración de al menos seis meses y en dos espacios de la vida del paciente a la vez (familia, colegio, etc...). Estos síntomas son hiperactividad motriz, falta de atención e impulsividad.

¿Cómo reacciona su entorno más cercano, como amigos y compañeros, ante estos síntomas?
Generalmente con rechazo, ya que sus actos impulsivos y su falta de control da lugar al rechazo de los compañeros. Son rechazados en cumpleaños, excursiones escolares, actividades extraescolares y esto para el niño y para la familia es muy frustrante. Si la familia no logra entender estas actitudes, se vive con mucha angustia.

“Por motivos de conducta, muchos niños con TDHA son expulsados de clase, en lugar de poner medidas que corrijan esas conductas”

Una vez identificado, ¿cuáles son los problemas más frecuentes con los que se encuentran los padres?
El principal problema es la falta de apoyo educativo. Aunque el estudio de evaluación psicopedagógica aconseja un sistema de ayudas a sus necesidades educativas específicas, no hay una norma ni ley que obligue a la adaptación de dichas necesidades. Con frecuencia los niños son expulsados en días lectivos, en lugar de poner medidas que corrijan esas conductas, aumentando el problema de autoestima del niño y de su familia.

¿De qué recursos disponen para intervenir en un correcto desarrollo del niño/a desde casa?
Los padres, al igual que los profesores, deben de estar entrenados para saber manejar las situaciones de conflicto. Los tratamientos deben ser multidisciplinares y esto engloba al profesional (neurólogo o psiquiatra), familia, profesores, tratamiento psicológico y, si se considera necesario, tratamiento farmacológico.