miércoles, 20 de mayo de 2009

Sebastià Serrano, catedrático de Lingüística en la Universidad de Barcelona.

“Algún día se podrá estudiar la carrera de Ciencias de la Felicidad”
Sebastià Serrano es, para muchos, el gurú de la comunicación no verbal. Un lingüista que cuestiona las pastillas como solución para la depresión y los problemas de nuestra sociedad y que defiende un lenguaje donde predomine el tacto, las emociones, los abrazos. Y lo demuestra siempre que puede: al llegar al punto de encuentro me recibe
¿Qué debemos hacer cuando la comunicación con alguien no funciona?
Intentar mejorarla en la medida en que eso sea posible, aunque a veces se hace muy difícil, pero se tiene que intentar. Y si es una persona con la que tienes relaciones muy directas de trabajo, o afectivamente como la pareja, intentarlo. Lo que no hay que hacer nunca es menospreciar a alguien.
Dices en tu libro El regalo de la comunicación que la comunicación no verbal es un mundo desatendido. ¿Crees que este mundo llegará a desaparecer?
No, de ninguna manera. Es un mundo que lleva muchos años, donde encontramos confort. Además, es pura biología. Llevamos mirando a los ojos unos cien millones de años, el lenguaje de signos tiene miles de años. Una sonrisa siempre la necesitaremos, el contacto físico también, y mucho. Porque si no, ya habría desaparecido. Justo ahora, en el mundo de las comunicaciones electrónicas, se está estudiando cómo se pueden introducir las emociones.
“Las emociones ayudan a tomar decisiones”
¿Estamos en condiciones de encontrar el camino de la felicidad?
Cada vez nos preocupará más la felicidad. Yo ahora siempre digo que habrá algún día en que, en la universidad, se podrá estudiar la carrera de Ciencias de la Felicidad, porque cada día nos preocupa más el bienestar. Primero porque viviremos en una
sociedad en la que cada día habrá más bienestar. Y después porque cada vez sabremos más de él y conoceremos pequeños secretos para conseguirlo.
Según tú, nos preocupamos demasiado por hacer ejercicio y por lo que comemos, pero descuidamos nuestra dieta comunicativa. ¿Cuáles son los platos que forman esta dieta?
Unos son platos verbales y otros son platos no verbales. Es una dieta en la que tiene que haber conversación. La conversación tiene mucho poder, no deberíamos estar días sin un buen rato de conversación, porque en ella trabaja todo el cerebro pero al mismo tiempo también trabajan todos los elementos no verbales. Hay una distancia relativamente pequeña, los ojos, la sonrisa… matices que realimentan y producen oxitocina. También necesitamos contacto físico, pero necesitamos sobre todo armonía entre verbal y no verbal. Sólo eso.
¿Existe la felicidad completa?
Yo diría que existen muchos momentos de felicidad, porque tienen que estar alternados con momentos de sufrimiento o insatisfacción, para que seamos conscientes de que en otros momentos no hemos estado tan bien. La comparación nos mueve mucho. con un cálido abrazo lleno de afecto.
Vivimos en un mundo de violencia, de guerras… ¿Qué ha fallado en la comunicación para tener este panorama?
Han fallado muchas cosas pero es, hasta cierto punto, natural, porque en el momento en que el mundo se hace más complejo, resulta que también es más frágil y vulnerable. Es una consecuencia del incremento tan grande de la información y la comunicación, del aumento del desorden y la desorganización. Pero siempre pasará, no se puede evitar. Lo cierto es que, cada vez más, podemos estar en condiciones de intervenir, y los que trabajamos en la comunicación podemos intervenir para arreglar las cosas.
Para ti, la sociedad del conocimiento es también la de la impaciencia, de la inmediatez. ¿Qué peligros tiene?
Los peligros de esta sociedad son la fragilidad, la vulnerabilidad, el incremento de la ansiedad en las personas… Son los peajes que tenemos que pagar y que tendremos que pagar en un futuro. Muchos de nuestros problemas los hemos ido resolviendo, pero digamos que en la sociedad de la información no se vive de manera gratuita. Nos tenemos que cuidar para no deprimirnos. En los años 30 teníamos una probabilidad de deprimirnos de un 1%, pero ahora es de un 25%.
Hay quien, ante una depresión, prefiere no comunicarse con nadie. ¿Qué consecuencias puede tener esta actitud?
Cuando una persona tiene depresión, el mundo se le reduce mucho, no tiene ganas de nada, tiene apatía generalizada. Se cierra en su negatividad. El lenguaje es sensacional, pero tiene sus desventajas, y es que puede crear historias: a mi no me quiere nadie, no caigo bien a nadie… Es fundamental que corte ese rol, que salga de su aislamiento. La agresividad, la hiperactividad, la poca solidaridad con el dolor y el sufrimiento de los otros son las consecuencias.
Es pura biología: llevamos mirando a los ojos unos cien millones de años, el lenguaj de signos tiene miles de años
Demasiada información afecta disfuncionalmente al sistema emotivo de la gente. Estamos acostumbrados a ver bombas y pasamos de eso a ver un anuncio de coches.
¿Todos somos buscadores de miradas?
Nuestro cerebro quiere a los ojos de los otros y quiere ser mirado. Nos encantan las caras de las personas, descubrirlas, tenemos un sentido especial para leer caras y en ellas descubrimos afecto, buenas o malas intenciones…
Dentro de las emociones destacas el camino que liga la emoción a la capacidad de tomar decisiones. ¿Por qué es tan importante?
Las emociones te ayudan a tomar decisiones. En todas las cosas es importante tener en cuenta la emoción. Tener miedo, por ejemplo, te ayuda a tomar una decisión: si vas andando sola por la calle y oyes unos pasos que te siguen, tomas la decisión de salir corriendo. La gente que no es emotiva a veces sufre más, porque no sabe qué hacer, no sabe por dónde tirar, está condicionado por el calendario y ya está. las mujeres muy sensibles, por ejemplo, se fijan mucho en la mirada como elemento de defensa. Los ojos dicen mucho, y en ellos hay una voluntad de establecer relaciones fuertes.
Ése es el peor signo que hay en la comunicación. Si ves a una pareja en la que alguno de los dos tiene un gesto de menosprecio hacia el otro, dale el teléfono de un buen abogado…

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